La pregunta que ven como título de este nuevo post es la misma con la que finaliza la película Flight, cuyo protagonista es el actor Denzel Washington. Probablemente es la pregunta más dura que en ese momento le puede formular su hijo al protagonista, teniendo en cuenta todo el desarrollo de la misma (no les cuento nada para que se animen a verla,merece la pena).Quizás por el momento, el contexto en el que realiza dicha cuestión, me causó mucha más impresión de la que podría haberlo hecho en cualquier otro momento de la película.

Por este mismo motivo me hizo reflexionar al respecto, en el sentido más amplio de la pregunta. ¿Tenemos claro realmente quiénes somos? ¿Nos conocemos realmente bien? En una sociedad tan superficial como es la actual, en la que tanto importa la imagen, lo que se vende “de cara a la galería”, y en la que poco o nada importa lo realmente importante que es nuestro interior, nuestros miedos, nuestras ilusiones, nuestros defectos y virtudes, nuestros objetivos personales, laborales, ¿de verdad tenemos todos estos conceptos claros?¿sabríamos encontrarlos y distinguirlos en cada un@ de nosotr@s?
Pienso que es imprescindible conocerse así mism@ realmente bien, para poder empezar a conocer de manera profunda a las personas que te rodean, ya sean amig@s, compañer@s de trabajo, si no eres capaz de conocerte tú mism@ no puedes ser capaz de conocer a tu gente más cercana, sus gustos, sus preferencias, sus objetivos, sus sueños.En mi opinion, creo que es muy complicado empatizar con la gente que te rodea, si ni siquiera te conoces a ti mismo, todo empieza por conocernos a nosotr@s mism@s.
Es probable que cueste reconocer nuestros miedos, nuestros defectos, por miedo a la timidez de lo que puedan pensar los demás de mi, pero este ejercicio de análisis es imprescindible (pienso yo) si realmente queremos mejorar, progresar, evolucionar, cambiar, en definitiva crecer como personas. De la misma manera, es imprescindible saber qué es lo que queremos, qué objetivos laborales, personales, relaciones, cuáles son nuestras prioridades que perseguimos, es imposible saber qué esperan los demás de mi si ni siquiera yo mismo sé cuáles son mis expectativas, ya sean a corto, medio o largo plazo.
Para proyectar una imagen de la persona que pretendo ser en tod@s aquell@s que me rodean en cada momento, primero debo ser capaz de proyectar esa misma imagen en mi cabeza, de lo contrario es completamente inviable. Tengo que estar plenamente convencido, con determinación, y confiado de que soy capaz de proyectar la imagen que pretendo, pero para llegar a este punto deberé conocerme muy bien, porque si logro analizarme de la manera adecuada, también podré analizar el contexto que me rodee en todo momento, ya sean personas, situaciones, acciones, decisiones, no estará garantizado que escogeré la mejor opción, pero sí la más adecuada.
A continuación, quisiera compartir con vosotr@s un fragmento de texto muy relacionado con lo que he comentado anteriormente, y especialmente con el establecimiento de prioridades:
“Un líder experto en la Ley de Prioridades era uno de mis ídolos: John Wooden, ex entrenador del equipo de baloncesto de los Bruins de UCLA. Es llamado el Mago de Westwood por las sorprendentes hazañas que realizó en el mundo del deporte universitario.
La evidencia de la capacidad de Wooden por hacer que la Ley de Prioridades funcionara se apreciaba en la forma en que organizaba la práctica del baloncesto. Wooden decía que había aprendido algunos de sus métodos observando a Frank Leahy, el gran entrenador de fútbol americano de Notre Dame. Dijo lo siguiente: <<A menudo iba a sus prácticas (las de Leahy) y observaba que las divisa en períodos. Yo me iba a casa y analizaba por qué había actuado así. Como jugador me di cuenta de que se desperdiciaba mucho tiempo. Los conceptos de Leahy reforzaron mis ideas y contribuyeron al planteamiento de lo que hago ahora>>.
Las personas que han estado en la milicia dicen que, por lo menos, tenían que apresurarse en determinados momentos y esperar en otros. Esta parece ser también la forma en que trabajan algunos entrenadores de equipo. Piden a sus jugadores que desarrollen un ejercicio con todas sus fuerzas y posteriormente se quedan por allí sin hacer nada. Wooden no trabajaba así, sino que orquestaba cada momento de la práctica y planeaba cada actividad con propósitos específicos. Utilizaba la economía del movimiento. Funcionaba de la siguiente manera:
Cada año, Wooden determinaba una lista de las prioridades del equipo, basándose en observaciones de la temporada anterior […]
El aspecto más extraordinario de John Wooden , y lo que mejor evidencia su capacidad para concentrarse en sus prioridades, es que nunca observaba a los equipos contrarios, sino que se concentraba en obligar a sus jugadores a alcanzar su potencial mediante práctica e interacción personal. Su meta no era ganar campeonatos ni al equipo contrario. Deseaba que cada persona jugara según su potencial y procuraba llevar a la cancha el mejor equipo posible. Y, por supuesto, los resultados del sistema de Wooden fueron asombrosos. En más de cuarenta años como entrenador, sólo perdió una temporada, la primera. Y sus equipos de UCLA permanecieron invictos durante cuatro temporadas obteniendo un récord de diez campeonatos en la NCAA. Ningún otro equipo universitario ha podido batir ese récord. Wooden es un gran líder. Es, quizás, el entrenador más asombroso que ha habido. ¿Por qué? Porqué vivía cada día según la Ley de Prioridades. Nosotros debemos esforzarnos en hacer lo mismo.”
Pedro Gómez Piqueras
“Muchas cosas atraen mi mirada, pero sólo unas cuantas atraen mi corazón.”
Tim Redmond.
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