Las semanas previas al primer partido competitivo podrían asemejarse a una luna de miel, en la que todo es idílico y prácticamente hay pocos conflictos en el grupo. La totalidad de los jugadores están predispuestos a cualquier trabajo y la dedicación es máxima. Dobles sesiones, triples…están de acuerdo casi en todo.

Lamentablemente, este encantamiento inicial se rompe cuando se comienzan a dar las primeras alineaciones. Cada jugador comienza a intuir el status que ocupará dentro del equipo y en función de este empiezan a aparecer problemas. Lo que antes era todo “sí”, ahora se transforma en “puf” y “no”. Esta cuestión es trascendental y probablemente sea uno de los problemas críticos a gestionar durante este periodo.

En relación a la continua controversia relativa al volumen e intensidad de trabajo desarrollado en estos primeros microciclos, huelga decir que no soy partidario ni de dobles ni de triples sesiones. No creo que las pilas se recarguen en 6 semanas y nos duren para toda la temporada.

Soy más partidario de prepararnos para llegar lo mejor posible al primer partido, y una vez superado este, prepararnos lo mejor posible para el segundo, y así sucesivamente.Sobrecargar en volumen e intensidad al jugador durante los primeros meses todavía sigue sin tener sentido causal en mi experiencia deportiva. La pretemporada debe de entenderse como un proceso de readaptación del jugador a la actividad y no como una acumulación de víveres en nuestra despensa para épocas invernales.
¿Priorizaremos el trabajo físico para preparar al jugador o seguiremos otorgándole la mayor importancia al modelo de juego?

Independientemente de en que periodo nos encontremos, todo nuestro trabajo debe de estar guiado por cómo queremos que juegue nuestro equipo…desde el primer día. No creo en los periodos de pretemporada dedicados únicamente al trabajo físico, en los que el balón a penas se ve. No creo que sea verdad eso de “cargar las pilas para todo el año”. Sinceramente, no me lo creo. Evidentemente si el jugador viene de estar 30 días parado tendremos que tenerlo en cuenta a la hora de empezar a trabajar, pero siempre con esta idea integrada en lo que sería nuestra manera de jugar.

Si quiero empezar trabajando la capacidad aeróbica del jugador porque creo que es lo que necesitan en el mes de agosto, lo haré, pero con balón atendiendo a la complejidad contextualizada del juego, y en base a como decidamos que vamos a jugar durante todo el año. Cuanto antes optimicemos asociaciones, antes las integraremos y podremos dejar emerger a otras.

Pedro Gómez – www.futbolcontextualizado.com