Desconozco si con mayor o menor acierto, el objetivo inicial de esta serie de tres artículos que doy por concluida con el presente, no persigue otro fin que el de la reubicación del “dato estadístico” en el lugar del que, obstinado por su afán de protagonismo, nunca debió de salir. Ni tan guapo como para colocarlo en la primera fila y ensombrecer a los demás, ni tan feo como para defenestrarlo al final de la cola o incluso arrasar su presencia con photoshop, el “dato” debe de ser tenido en cuenta en su justa medida, ni más ni menos, aunque a veces eso, por desdicha para nuestro pecho fanfarrón y sedienta estantería, nos impida coleccionar recortes de prensa donde se alabe nuestro fingido buen hacer. Que por encima de correr más o menos kilómetros el desempeño colectivo futbolístico es lo que gana y pierde los partidos, es algo de lo que tarde o temprano debemos de terminarnos de convencer… y si alguno sigue sin querer apartarse de la primera fila, que se mire al espejo y vuelva a revisar con imparcial interés las conclusiones que en términos numéricos, y una vez terminada la Liga Adelante, la plataforma Media Coach gentilmente nos vuelve a ofrecer. 
Se acredita una vez más (y ya van 3 este año) que, transcurridas las pertinentes 42 jornadas del campeonato, la correlación encontrada entre los kilómetros recorridos por un equipo y la clasificación final alcanzada sigue sin permitirnos establecer relaciones causa efecto transparentes y aceptables entre estas dos inmiscibles variables que a los preparadores físicos algún día se nos ocurrió relacionar. ¡Pero cuidado! Que esta manejable estadística al gusto no nos lleve a confusión, que nadie caiga en el retraso monstruoso al que últimamente algunos quieren empujarnos, que nadie corrompa nuestro demostrado buen hacer, que nadie instituya como únicos senderos cristalinos de comprensión aquellos por los exclusivamente el modelo de juego se pasea, porque amigos, la preparación física claro que existe, y porque la inexistencia de un soporte condicional y emocional que sostengan y hagan sudar a nuestra manera de jugar, terminará por confirmar la injustificada cabezonería del modelo de juego de caminar a solas, sobre todo cuando las victorias y adulaciones suelten su mano al pasear. Hagamos un esfuerzo y espantemos a la peor corrupción de todas, ¡la de la mente!, atrevámonos a regenerar nuestro coco abandonando los tópicos que merodean nuestro circo, que nuestra codicia corporativa baje los brazos y permita de una vez por todas otorgar su justa importancia al “correr” durante los partidos de fútbol para que la cualidad de “correr” deje de ser propia de cobardes tuercebotas y “no correr” privilegio de unos pocos iluminados que solo de su modelo creen sobrevivir. Y es que…los metros completados por un jugador durante un partido de fútbol, a mi humilde modo de ver, son el resultado emergente de la interacción de 3 componentes indisociables y trascendentales: Componente 1 (Contextual): SABER CORRER. Las diversas e infinitas connotaciones que se dan a lo largo de los 90 minutos de juego (marcador, ambiente, minuto de partido, modelo de juego propio y rival..etc) condicionan, de manera incuestionable, los registros de nuestro GPS. (Enlace a parte 1). Componente 2 (Emocional-Volitivo): QUERER CORRER Para correr mucho, hay que querer y estar convencido de correr mucho. Este componente es la batería de nuestros GPS, sin el cual, de nada sirven los dos restantes. La voluntad, la solidaridad, el esfuerzo, la lucha…sus cargadores. (Enlace a parte 2). Componente 3 (Condicional-Físico): PODER CORRER El patito feo (pero imprescindible) de la manada. El componente innegociable a la hora de sostener la manera de jugar propuesta por el entrenador. La base sobre la que las conductas colectivas se sustentan, ya que contextualizado o no, todo comportamiento de un jugador en el campo, conlleva algún tipo de exigencia condicional. O si no… ¿Cómo vamos a poder soportar los “botones” que a continuación mostramos sin poder correr? – Deporte intermitente caracterizado por 1200 acíclicos e impredecibles cambios de actividad (uno cada 3 – 5 segundos) incluyendo, entre otros, 30 a 40 sprints (Mohr, Krustup & Bangsbo, 2003), más de 700 giros (Bloomfield, Polman & O´Donoghe,2007) y 30-40 takles y saltos (Mohr, Krustup & Bangsbo, 2003). – Caracterizado también por otro tipo de frecuentes e intensos esfuerzos: desaceleraciones, golpeos, dribblings..(Bangsbo, 1994). – Juego donde se contabilizan aproximadamente unas 200 acciones de alta intensidad a lo largo de los 90 minutos, las cuales reducen la concentración de fosfato de creatina en músculo, elevan la concentración de lactato, y disminuyen el pH muscular (Krustup et al 2006). – Jugadores que corren aproximadamente 3 km a alta intensidad (+15 km/h) y unos 0,6 km a sprint (+20 jm/h) (Rampinini et al 2009; Di Salvo et al 2007, y que de no hacerlo, o hacerlo en menor medida, conseguirán un resultado clasificatorio menor (Bradley et al, 2009; Di Salvo et al 2009). ¿No creéis, como sí lo hacen Laia, Rampinini & Bangsbo (2009), que el fútbol es un deporte con una demanda fisiológica muy alta y que hay que estar preparado para esta? Si no fuese tan importante el sostén condicional y el modelo de juego no necesitase sudar.. ¿Cómo podemos explicar que la distancia total y a alta intensidad cubierta por los jugadores en las segundas partes se vean reducidas por la fatiga (Mohr, Krustup & Bangsbo, 2003)? 
Correr por tanto, al menos en el fútbol, y por exigir tanto sudor, ¡dejó de ser de cobardes!. Porque aunque a la postre todos prefiramos disfrutar a nuestro Messi de turno y ganar el mayor número de partidos para así parecer mejores… ¿A quién no le gusta que su equipo pueda correr mucho, quiera correr mucho y sepa correr bien?, ¿de verdad que alguien cree que algún modelo de juego puede no verse atraido por estas tres seductoras virtudes? Estimado lector, te guste o no, encontrarás a lo largo de tu camino a muchos individuos que a primera vista brillen y resplandezcan con su simple presencia y escritura, individuos cuya luz te quiera convencer de lo inútil de tu preparación “física” y lo milagroso de sus consignas… llegado el caso, no te dejes encandilar fácilmente, sé crítico y recuerda que para la física moderna la velocidad de la luz es más rápida que la del sonido…y que puede que lo que en un principio parecía una cosa digna de adulación se desmorone tan pronto llegue el turno de escuchar los injustificados sonidos de su charlatanería interesada. Un abrazo amigos! Fuente: http://www.futbolcontextualizado.com/blog/?p=773
