“Cualquier concepción de la naturaleza que soslaye el poder de las emociones, pecará de una lamentable miopía”  (Goleman,D)

De una manera simple, podemos definir las emociones como los mensajes que transmitimos  en relación al pensamiento o sentimiento  que estamos experimentando en un momento concreto y que nos arrastran a actuar de manera impulsiva.

Durante miles de años se pensó que las emociones no debían de influir en la toma de decisiones. Que sólo la razón contaba. Hoy sabemos que esto es falso. Para cualquier ámbito de la vida y sin riesgo a equivocación, podríamos decir que no existe actividad alguna que se desarrolle de manera totalmente ajena a las emociones, ya que siempre, bien de un modo u otro, su influencia estará presente de alguna manera en los comportamientos acaecidos.”Las emociones están en el comienzo, en medio y al final de cualquier proyecto”(Punset,E). Concretando en nuestro contexto y sin tener en cuenta el “universo social y particular de cada uno”, dentro de un partido de fútbol son numerosos los factores “extras” que se dan y que condicionan la aparición, aumento o descenso, de un tipo u otro de emoción en los jugadores participantes (presión por necesidad de victoria o rendimiento individual, afición rival, relación con entrenador y compañeros, influencia del árbitro, posibles críticas medios de comunicación…).

Apoyándose en esta idea, Daniel Goleman (1996) señala que la teoría del procesamiento de la información (E-P-R), vigente de una manera mayoritaria en cuanto al comportamiento del ser humano, es incompleta por no tener en cuenta el papel de las emociones personales en cada una de las respuestas dadas por los sujetos ante distintos problemas o situaciones; Las emociones no resultan empobrecedoras sino todo lo contrario. Por tal motivo, cualquier modelo explicativo que las eluda, será un modelo parcial, incompleto y descontextualizado.

Entonces….¿Cómo decide un futbolista durante el juego?, ¿Existe tiempo real para procesar la información del contexto racionalmente y decidir?, ¿Son conscientes todas las decisiones tomadas durante el juego?..

Los últimos avances en neurociencia arrojan afirmaciones sorprendentes al respecto ya que parece ser que antes de entrar en la consciencia, muchas decisiones ya han sido tomadas por complejas redes cerebrales donde lo emocional juega un papel crucial.

Numerosos neurólogos han demostrado que  aproximadamente 10 segundos antes de decidir conscientemente, nuestro cerebro ya lo ha hecho por nosotros!!!. Llevamos cientos de años sobrevalorando el papel de la consciencia en el procesamiento cerebral…y ahora despertamos y nos damos cuenta de que estábamos equivocados.

¿Cómo puede ocurrir esto?

Se piensa y aventura que antes de decidir, en el cerebro sucede algo que prepara la decisión, que te conduce hasta ella e influye en la manera en que tu mente consciente elige. Dicho de otro modo, el cerebro procesa previamente todas las opciones inconscientemente y al final, cuando el sujeto decide, es cuando interviene la mente consciente.

Algunos autores hablan de un “Inconsciente adaptativo” que se moldea y adapta en base a las emociones vitales del sujeto (pasadas, presentes y futuras) y que contribuye íntimamente con el desarrollo de la cognición rápida que tanto interesa a entrenadores  y preparadores de futbol.

“Es muy probable que las mejores decisiones no sean fruto de una reflexión del cerebro sino del resultado de una emoción” (Punset).

Este subsistema emocional presentaría un constructo similar al que a continuación se muestra, donde se puede apreciar la existencia de 3 tipos de emociones condicionantes del proceso decisional, todas ellas sustentadas a su vez por el aspecto cultural individual y contextual del momento:

Emociones interiorizadas: Aquellas emociones que permanecen en el inconsciente del jugador como resultado de vivencias similares a la actual (disposiciones rivales similares en comportamientos ofensivos concretos).

Emociones contextuales: Sentimientos presentes en el contexto situacional presente (rivalidad, necesidad de victoria, confianza, presión entrenador y afición..etc).

Emociones generadas: Producto emocional resultado de la situación acontecida, condicionado por el éxito o fracaso de la misma.

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Ansiedad, nervios, desconfianza, ánimo, seguridad, motivación, angustia..etc..son sólo algunas de las emociones que pueden darse en un jugador de fútbol durante el enfrentamiento sociomotor  y que pueden potenciar o reducir el rendimiento en función del tipo de gestión que de las mismas realice el propio protagonista. “Nuestras emociones pueden abocar al fracaso con suma facilidad y de hecho así ocurre en multitud de ocasiones; pero cuando se hallan bien adiestradas, nos proporcionan sabiduría y sirven de guía a nuestros pensamientos, valores y supervivencia.

Como dijo Aristóteles, el problema no radica en las emociones en sí, sino en su conveniencia y en la oportunidad de su expresión.

Acuñado por Goleman y como dimensión explicativa de fenómenos similares al anteriormente citado, aparece el concepto de inteligencia emocional como complemento imprescindible del intelecto operacional racional del ser humano, y que vendría a identificarse como la capacidad de adaptación y control individual sobre la influencia que las emociones ejercen en nuestros comportamientos. Ser poco inteligente emocionalmente supone la incapacidad de controlar nuestros actos en condiciones emocionales varias.

“Un futbolista por ejemplo, sería más relevante en tanto en cuanto supiera controlar su ansiedad, comprender al resto del equipo y asimilar en cada momento qué era lo que su compañero esperaba de él” (Valdano, J).

¿Podemos entrenar este subsistema emocional?

¿Es posible mejorar la adaptabilidad de  nuestro inconsciente?

¿Es real la carga emocional de las situaciones emocionales que planteamos en nuestros entrenamientos? ¿Posee transferencia a pesar de desarrollarse en un contexto emocional totalmente distinto al competitivo?

¿Contribuiría la optimización emocional a una mejor toma de decisión durante el juego?

¿Deberíamos abrir las puertas del fútbol a la neurociencia?

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¡Cuánto nos queda por aprender queridos amigos!

Pedro Gómez – www.futbolcontextualizado.com