Antes de entrar de lleno en el potencial suicidio científico al que las siguientes líneas parecen abocarme, no sería educado comenzar sin antes pedir disculpas en primer lugar a mi abuela, quien siempre tan inteligente me advirtió cientos de veces sobre el peligro de ciertos berenjenales de los cuales era muy difícil escapar una vez entrado, así como, y en segundo lugar, a todos aquellos “físicos/científicos versados” en la materia a la que sin alevosía ni ensañamiento, intento destripar en busca de algún sentido dentro del contexto futbolístico.
A los neófitos como yo, les indicaré lo que Richard Freyman, uno de los físicos cuánticos más relevantes del mundo dijo una vez: “Recuéstese y disfrute de lo que le voy a contar, pero no pregunte de ninguna manera por qué es así, porque entonces se perderá en una calle de la cual ningún ser humano ha vuelto sano”.

Desconozco si será capaz de disfrutar con lo que a continuación se dispone a leer, pero por favor, llegado el caso, le pido que no pregunte, ¡no vaya a ser que nos perdamos juntos!.

Allá voy…

El Austriaco Erwin Schrödinger, Premio Nobel de Física, propuso hace 70 años aproximadamente, y tras largos debates con Albert Einstein, un experimento mental para poner de manifiesto las paradojas e interrogantes a los que desembocaba la física cuántica.

Dicho experimento consistía en introducir un gato dentro de una caja junto a una botella de gas venenoso y un dispositivo conformado por una partícula con un 50% de posibilidades de desintegrarse, de tal modo que si la partícula se desintegra, el gas se libera y el gato muere.
Al terminar el tiempo establecido, habría un 50 % de posibilidades de que el gas se hubiera liberado y el gato estuviese muerto, y la misma probabilidad de que el gas siguiese en su botella y el gato vivo.

El estado del gato y la partícula, concebidos dentro de un sistema sometido a las leyes de la física cuántica, no sería concretado hasta que interviniese un agente externo que observando el interior de la caja, colapsara la superposición de estados generada (vivo y muerto simultaneamente) y decantase al proceso por una de las dos opciones.

Para una descripción clásica del problema, el gato estaría o vivo o muerto, mientras que para la física cuántica, gracias a las propiedades de las partículas subatómicas (no entienden ni de tiempo ni de espacio), el sistema se encontraría en una superposición de los estados posibles.

Gracias a la decoherencia, propiedad que induce la desaparición de los efectos cuánticos, y a la constante interacción con el entorno (observador) que destruye la pureza del sistema, nuestro mundo es clásico, fijo y los gatos o están vivos o muertos, pero…

¿Debemos por esto olvidar las propiedades cuánticas que forman parte de todo sistema?,

¿Es posible encontrar respuestas a ciertos aconteceres futbolísticos ahondando en este complejo campo?

222 El Gato de Schrödinger y la Toma de Decisiones en el Fútbol.

A mí se me ocurre algo….

Hablo con compañeros, leo mucho, y compruebo que todos en algún momento hemos vestido nuestro discurso con expresiones del tipo “Al jugador le debemos enseñar a pensar”, “Los ejercicios que planteemos han de estimular el proceso percepción, decisión, ejecución”, “Cuanto más difícil tácticamente sea una tarea, más rica será esta ya que el jugador estará todo el tiempo pensando” etc..etc.

No pretendo criticar este tipo de discursos, ya que algo de razón encierran, pero, ¿son tan ciertos como imaginamos?, ¿sabemos de verdad como construye nuestro cerebro el conocimiento para estar en disposición de arrojar y abrazar dichos dogmas?, ¿es posible percibir, decidir y ejecutar conscientemente en tan breve espacio de tiempo como un situación de oposición futbolística requiere?, ¿No será que opinamos desde la innovación, y no desde la reflexión?.

Los últimos avances en neurociencia apuntan que antes de que hayamos tomado una decisión, nuestro subconsciente ya lo ha hecho por nosotros. Gracias a experiencias emocionales anteriores, acciones, imágenes, (puntos de anclaje) antes de actuar ya tenemos un plan de actuación trazado, ¡decidimos antes de percibir!. El circuito Percepción-Decisión-Ejecución parece no ser adecuado para explicar la toma de decisión necesaria para un futbolista en milésimas de segundos.

¿Y qué tiene que ver el dichoso gato del señor Schrödinger en todo esto?.

aa El Gato de Schrödinger y la Toma de Decisiones en el Fútbol.

En la imagen mostrada podemos observar como el jugador atacante es directamente acosado por 3 defensores. Puede que por tratarse de Leo Messi, el abanico comportamental de este sea más amplio que el de los demás, pero independientemente de este hecho, cualquier jugador que se prestase a una situación similar tendría varias opciones de respuesta. Así, podría intentar rematar a portería con la pierna derecha, pasar al compañero que probablemente se incorpore por su costado, intentar conducir y driblar al último defensor para encarar al portero, forzar un posible penalti..etc

¿Alguno de vosotros creéis que en esta situación el poseedor de balón dispone de tiempo real para percibir, procesar y decidir la información que le brinda el entorno para responder como mejor crea que convenga?…a día de hoy, yo estoy seguro de que no..

Si hiciésemos un símil con el experimento de Schrödinger, el contexto cuántico del momento estaría conformado por la convivencia simultanea de todas las respuestas posibles al problema (vivo y muerto a la vez), de modo que cualquier interacción de alguno de los elementos del entorno (compañero, adversario, balón..) colapsara la superposición de patrones de actuación y decantase el sistema hacia un único camino.

Nuestro subconsciente, apoyado en nuestras anteriores experiencias (puntos de anclaje) y antes de poder percibir el problema, ya había adoptado varias soluciones posibles a la situación, de tal forma que al convivir todas estas de manera simultánea en nuestro subconsciente cuántico, nuestra respuesta (consciente) condicionada por la presencia del observador (cualquier cambio en los elementos del entorno) fuese inmediata… ¡El jugador sin darse cuenta!..¡y nosotros obligando a nuestros jugadores a pensar!.

A la sazón…¿es posible optimizar/estimular este subconsciente de alguna manera?, ¿podemos ampliar el abanico de respuestas inconscientes que nuestro cerebro propone?.
Entiendo que la Vivenciación de situaciones reales de juego, en las que el jugador conviva con problemas similares a los encontrados durante la competición, enriquece el bagaje emotivo experimental de este aumentando así el número de anclajes a los que nuestro inconsciente podrá echar mano cuando se encuentre en apuros.

No se trata de adivinar las intenciones del observador, sino de mantener al gato con vida independientemente de quien sea este.

¿Y esto no lo hacíamos antes?

Cuestión de acentos amigos…

“Sueña alto y volarás alto, sueña bajo y no despegarás” (Conde,M)

Un abrazo!!

Pedro Gómez Piqueras